La noche anterior había estado pensando en él desde el momento en que lo había conocido en el bar gay. Su sonrisa encantadora y su cuerpo atlético me habían dejado sin aliento.
Al final, decidí ir a su casa después de una noche de beber con amigos. Al llegar, me recibió con un beso apasionado en la puerta, y sin más dilación, nos dirigimos a la habitación.
En ese momento, su verga gruesa y su culo estrecho me hacían sentir un deseo intenso. Nos acostamos juntos en la cama, y él comenzó a besar mi cuello y mi pecho, mientras mis manos exploraban su cuerpo desnudo.
La atracción irresistible entre nosotros era palpable. Me metí en su culo estrecho y sentí un placer intenso al sentir su resistencia y su calidez.
Nos movimos con un vaivén lento y sensual, con embestidas profundas y gemidos de placer. Cada movimiento me hacía sentir más cerca de mi orgasmo.
La noche fue un encuentro íntimo y un juego erótico sin igual, donde la pasión desatada y el fuego en la cama nos llevaron a un clímax de placer compartido.
Una noche que nunca olvidaré, y que me ha dejado con una deseo mutuo que me hace soñar con más encuentros íntimos como ese.
