Me acuerdo de la primera vez que mi profesor me destrozó mi ano. Fue como si todo mi cuerpo se hubiera despertado de un sueño profundo, como si hubiera estado esperando a que alguien lo despertara de una forma tan intensa y despiadada.
Recuerdo la forma en que me miraba, con una intensidad que me hacía sentir vivo. Sus ojos brillaban con deseo, y yo podía sentir el calor de su mirada en mi piel. Me estaba diciendo sin palabras que estaba a punto de experimentar algo increíble, algo que me cambiaría para siempre.
Me acerqué a él con una mezcla de miedo y excitación. Sentí su mano en mi trasero, presionando mi esfínter con una firmeza que me hizo sentir vulnerable. Y entonces, sin previo aviso, su verga gruesa se introdujo en mi culo estrecho, haciendo que todo mi cuerpo se tensara con un dolor intenso.
Pero ese dolor se convirtió rápidamente en placer, en un intenso placer que me hizo sentir como si estuviera viviendo mi primera experiencia sexual. Me sentí completo, lleno de una sensación de conexión y unión con mi profesor que me hizo sentir vivo.
Recuerdo que jadeaba y gemía con cada embestida, sintiendo mi cuerpo arder de pasión y deseo. Mi profesor me miraba con una sonrisa en la cara, como si estuviera disfrutando del espectáculo que yo era para él.
Y entonces, sin previo aviso, sentí un orgasmo intenso que me hizo sentir como si estuviera cayendo desde una montaña rusa. Fue como si todo mi cuerpo se hubiera liberado de un peso que lo había estado oprimiendo durante años.
Me quedé allí, jadeando y respirando agitadamente, sintiendo como si hubiera experimentado algo verdaderamente especial. Mi profesor me miraba con una sonrisa en la cara, como si estuviera diciéndome que todo estaba bien, que todo estaba perfecto.
