Recuerdo aquella noche en la que mi pareja y yo decidimos experimentar algo nuevo. Nos habíamos estado juntando durante semanas y el deseo era palpable. La tensión sexual entre nosotros era insoportable y queríamos liberarla de alguna manera.
Me di cuenta de que mi pareja tenía una idea en mente cuando me miró fijamente a los ojos y me pidió que me quitará la ropa. Lo hice sin pensarlo dos veces, y él se puso a explorarme el cuerpo con sus manos, besando cada parte de mí con pasión.
La excitación era intensa y pronto me encontré con él arrodillado frente a mí, con la boca abierta y la mirada fija en mi verga gruesa. Me tomó un momento ajustar mi posición para que él pudiera metérmela en la boca sin problema, y cuando lo hizo, me invadió un intenso placer que me hizo cerrar los ojos y jadear fuerte.
Algo cambió en ese momento. La atracción que sentíamos mutuamente se convirtió en una pasión desatada. Nos abrazamos fuerte y empezamos a follar con intensidad, sintiendo cada movimiento y cada roce en nuestros cuerpos desnudos.
Me acordó de cuando su culo estrecho se abrió para recibirme y sentí que mi polla se clavaba profundamente en él. El intenso placer que sentí fue inolvidable y nos llevó a un clímax juntos.
No hubo necesidad de protección, y por un momento, solo existimos en ese momento de unión y placer compartido. Recuerdo que me besó fuerte en los labios y que jadeé fuerte junto a él, sintiendo la intensidad de nuestra conexión física.
La experiencia fue única y la recuerdo como si fuera ayer. Aún me siento congelado en ese momento en el que la atracción irresistible entre nosotros se convirtió en una pasión incontrolable.
