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Mi amigo de cuarto tiene buen pene

Recuerdo una noche en la que mi amigo de cuarto, Alex, me mostró su orgullo en la cama.

Estábamos bebiendo una cerveza en el living y la conversación se desvió hacia el sexo. Empezamos a hablar de nuestros primeros encuentros sexuales, de las primeras veces que nos enamoramos de un cuerpo.

Alex me miró con una sonrisa traviesa y dijo: «Mi amigo, tienes que ver mi verga gruesa».

Me quedé sorprendido, pero mi curiosidad se impuso. Quería saber qué era tan especial de su cuerpo.

Me llevó a su habitación y me pidió que me quede de pie. Me miró con ojos brillantes y dijo: «Quiero que veas mi polla».

Me acerqué a él, podía sentir su excitación. Le miré la verga, estaba gruesa y larga, y sentí una atracción irresistible.

En ese momento, sentí un deseo intenso de hacer el amor con él. Quería sentir su cuerpo desnudo, su tacto firme, su calor.

Alex me miró y dijo: «Quiero que la metas en tu culo».

Me quedé un momento en silencio, pensando en la propuesta. Pero mi deseo de explorar su cuerpo prevaleció. Asentí con la cabeza y nos dimos cuenta de que estábamos a punto de vivir una experiencia sexual intensa.

Recuerdo que me sentí afortunado de tener un amigo como Alex, que no solo me mostró su cuerpo, sino que también me permitió experimentar un encuentro íntimo con él.

La noche se convirtió en una experiencia de placer compartido, un juego erótico que nos llevó a un clímax intenso y liberador.




Mi amigo de cuarto tiene buen pene

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