Recuerdo aquella noche en un club gay donde conocí a un chico llamado Ling. Él era chino, alto y musculoso, con un cuerpo perfecto para mi gusto. Mientras bailábamos, nuestras miradas se encontraron y sentimos una atracción irresistible.
Ling se acercó a mí y me dijo: «¿Quieres ir conmigo a mi apartamento?» Me sentí atraído por su confianza y su sonrisa encantadora. Asentí con la cabeza y seguí a Ling a su apartamento.
Una noche de pasión
Una vez en su apartamento, Ling se arrodilló delante de mí y me miró a los ojos. Podía ver la deseo en sus ojos y sentí mi verga gruesa creciendo. Me dijo: «Te voy a hacer sentir bien.» Y comenzó a chupar mi verga.
La sensación fue intensa. La forma en que me estaba chupando me estaba llevando a un clímax rápido. Me estaba tomando el control, y yo estaba disfrutando cada momento.
Después de un rato, me pidió que me acostara en la cama. Me acosté y me miró a los ojos. Me dijo: «Quiero sentirte dentro de mí.» Asentí con la cabeza y me metí en su culo estrecho.
La penetración fue profunda y lenta. Pude sentir su esfínter tensándose alrededor de mi verga. Me estaba llevando a un clímax intenso. Me estaba tomando el control, y yo estaba disfrutando cada momento.
Después de un rato, llegamos al orgasmo juntos. Sentimos un intenso placer compartido. La conexión física y emocional entre nosotros era fuerte. Era un encuentro íntimo que nos había unido.
